River perdió 2-0 ante Atlético Tucumán y dejó una imagen demasiado preocupante, debido a que cometió errores muy groseros en defensa, fue impreciso permanentemente y no logró superar la fórmula que propuso el rival.
Así no va. Del 4-1 frente a Gimnasia y Esgrima de Jujuy a la humillación de esta noche, sin escalas. Es difícil comprender los motivos de semejante contraste, pero está claro que por este camino la pelea por el regreso a Primera División tendrá varios capítulos de zozobra e incertidumbre hasta las últimas consecuencias. La diferencia de jerarquía jamás se notó en favor del local, ni siquiera para llegar al descuento y si bien es cierto que se trató de una jornada errática, es imposible no mencionarlo como un hecho alarmante.
Y esta vez no hay excusas porque el conjunto visitante reunió todos los méritos necesarios, con una idea muy bien ejecutada, a diferencia de las dos pelotas paradas que causaron el traspié ante Aldosivi. ¿River? Totalmente desdibujado, con una lista de problemas para solucionar inmediatamente, empezando por el desastre que fue la defensa. La actuación de Adalberto Román no amerita otro catalogo que el de vergonzosa, mientras que Juan Manuel Díaz también le brindó varias facilidades al ataque visitante.
En consecuencia, Luis Rodríguez y César Montiglio solamente tuvieron que elegir un costado para que Leandro Chichizola fuera a buscar la pelota al fondo del arco. Y hasta salió barato, debido a que cada contragolpe era un auténtico peligro porque el retroceso contaba con el agravante de que los volantes de Atlético Tucumán estaban listos para salir disparados, tal como lo había hecho el conjunto de Mar del Plata.
Tampoco fue buena la producción ofensiva. A pesar de que Lucas Ischuk respondió cuando Fernando Cavenaghi lo exigió, el resto no colaboró. Alejandro Domínguez falló pases de manera insólita y constante, generando varios contraataques rivales. Lucas Ocampos no tuvo socios, en tanto que Carlos Sánchez alternó buenas con malas, pero sin un camino accesible por la banda derecha y Andrés Ríos aportó en cuentagotas. El ingreso de Facundo Affranchino ofreció variantes, pero Deivis Barone fue una muralla a la hora de rechazar los centros.
De esa manera, River perdió por segunda vez en el campeonato y si mañana Instituto le gana a Boca Unidos, quedará como único puntero. Ahora, Matías Almeyda deberá revisar las falencias de sus dirigidos y hacer una profunda autocrítica personal, debido a que le dio una chance a Román e inexplicablemente no puso a Martín Aguirre para que pudiera torcer el rumbo a través de su panorama y llegada al gol. La banda roja se desdibujó una vez más y tendrá que reencontrarse con la victoria el sábado que viene, en Puerto Madryn.